El día de hoy me
encuentro a la mitad de la vasta inmensidad de una pradera al pie de un monte.
Mi batería hoy no está ni cerca del 15, pero mi anecdotario sí que se encuentra
muy activo.
Anecdotario, sí.
El día de hoy,
después de un fin de semana en casa y con una enfermedad de esas que te aquejan
en cuanto te relajas un poco de la presión cotidiana, me dispuse a regresar al
frente de batalla, no sin antes pasar a conseguir material para la tesis (que
por cierto, no hubo en existencia…).
El día comenzó sencillo, como muchos. Un desayuno agradable en familia, un
viaje en transporte público hasta el metro, y luego unas estaciones en el
gusano subterráneo. Primer parada, la tienda de material. Nada, todo fuera de
existencia. Ni modo, a seguir.
Quizá el primer
indicio de un cambio de rutina me podría haber prevenido lo que se esperaba.
Decidí dirigirme de la tienda a la terminal de autobuses en trolebús, ese transporte colectivo de funcionamiento
eléctrico que ha sido rescatado hace poco en la ciudad de México. Nada
excepcional, excepto que una linda joven estaba ya sentada dentro del autobús
con un par de gafas oscuras redondas y grandes.
No demasiado tráfico
hasta la terminal. No demasiada gente en la fila de los boletos y no mucho
tiempo de espera para abordar. Mi camión me esperaba puntual en el andén 25.
Abordarlo no fue
raro, pero una vez dentro, me cayó bien el chofer, quien muy amablemente nos
explicó que tendría que tomar una ruta alterna para llegar a nuestro destino,
pues un accidente había provocado el cierre temporal de la circulación en ambos
sentidos. Fuera de eso, me dispuse a dormir apaciblemente, esperando
encontrarme con algo así como 90 minutos de viaje extra.
Desperté con el
autobús en paro total, y con vehículos rebasandonos en reversa. Un compañero
pasajero en la cabina con el conductor que comentaba sobre la ruta a elegir,
porque el cruce programado había sido aumentado en algunos km, lo que nos
impidió alcanzar la desviación esperada, pfff…
En fin. Yo en un
autobús, de reversa más de 300mts (o todo el ancho que tenga la laguna de
Zumpango, que dicho sea de paso, es el cuerpo de agua más grande del Edo. de
México).
Una ligera
conversación que alcancé a escuchar desde la cabina me permitió saber que sin
la desviación original, no sabían qué hacer. Bueno, saqué mi celular, encendí
el GPS (primero por curiosidad, luego por un poco de preocupación) y me dispuse
a buscar una ruta alterna para librar la zona del accidente. Lo único que
apareció cerca y viable fue una carretera secundaria de esas pintorescas que
cruzan por los pueblitos. Auch!
Y bien Auch. Varios
km de carreteras con topes, ascenso y descenso de pasaje, semáforos, baches y
por si fuera poco, olor a drenaje…
Pero al final,
salimos de ahí (después de cómo… 2 horas, pero bueno) no sin antes llevarme
estampas de los pueblitos por los que ya no pasamos gracias a la autopista
(debí tomar fotos, pero andaba más preocupado viendo el GPS y guiando al chofer
que otra cosa)
Lo primero es la
laguna de Zumpango, que como dije, es grande, y rodearla nos tomó un buen rato,
con todo y que el tramo con parada de autobuses solo fue al principio. Justo a
un lado de la laguna está el pueblo de Zumpango, pero no entramos, pues nuestro
rumbo era hacia el lado contrario, a través del poblado de <----> y luego
<--->.
Creo que el pueblo
que más me quedó fue Apaxco, localidad donde se produce el cemento que lleva su
nombre. Es un pueblo pequeño entre dos montes, ambos de los cuales se extrae la
materia prima para el cemento. Desde cualquier punto de la carretera puede verse
alguna de las enormes máquinas con las que se extrae arena, o se prepara el
cemento. Es un lugar donde parece que el polvo es mucho mayor que en otros
lados, y aun así, me tocó ver a una señora barriendo su banqueta (sin agua,
como debe de ser)
Después de Apaxco,
otros 6 km de carreteras secundarias, pasar a través del zócalo color durazno
del siguiente poblado, y llegar al fin al arco norte, esa carretera de peaje
que pretende facilitar el translado entre Toluca y <----->. Una vez en el
arco, solo era cuestión de seguir el asfalto hasta la reincorporación a la
autopista y estaríamos en el itinerario acostumbrado.
Bueno, que de
acostumbrado no es tanto… ¿Cada cuanto se encuentra uno con cortes viales
debidos a fugas de Gas? Espero que no tan seguido… porque salí a las 12:30, ya
son las 16:51 y a penas estoy por llegar a San Juan del Río…
En fín, son cosas
que pasan, y es mejor traer bien recargada la batería del celular ;)
Saludos, y nos vemos
en la siguiente!