La sorprendí bailando esa noche
De espaldas al mundo, mirando al mar
Seductora y deseable, vestida de negro
La más bella hija de Zeus quizá.
Su cuerpo encendía mi alma, y en un furtivo ataque,
Esta corta imagen se me abalanzó sobre el pecho
Carcomía mis miedos, destrozaba mis penas
Aparentemente me quitaba el cochambre
Sacudía mi polvo, y penetraba con su baile
un poco más en mi vida.
Seguía sin mirar su rostro, desconocía aún su mirada
Y llegué a pensar que me sabia detrás
Sentía mi presencia, y con cada paso,
su baile crecía en sensualidad
Se acariciaba la cintura
mientras se balanceaba suavemente
y descendía con cada movimiento
deslizaba paulatinamente sus manos
desde los lados de su cuerpo
hasta el lugar en que estarían sus pechos
Entonces me percaté de mi oído
de que no había escuchado sonido alguno
al acercarme a la playa
Y sin embargo cerca podía escuchar
una orquesta tribal, y a una anciana
que cantaba aullidos y gritaba.
No estaba gritando, no estaba aullando
era el viento quién distorsionaba su voz
Me advertía que me alejara
Pero ya me habían hechizado
No podría ya más escuchar una voz,
ni mirar el cielo
La imagen me había devorado el alma
De pronto el viento se detuvo, y la orquesta escapó.
La mujer ya no bailaba, y con las manos sostenía su rostro
unas manos con dedos largos y uñas carmín
Mientras volteaba pronunciaba ferozmente
que desde hoy ella me amaría a diario
y no permitiría a nadie más cerca de mí
Sus manos vertían lágrimas de sangre
Y al fin pude encontrar
un cráneo jadeante lo que se escondía en sus manos.
Pero el hechizo estaba hecho,
y desde entonces la muerte
es la única que me acompaña
Esperando el día en que me pueda unir a ella para siempre