Al día de hoy ya no se cuantos años han pasado. Creo que si hiciera un esfuerzo en este cacharro oxidado que es mi memoria podría recordar el año en que te vi por vez primera.
Lo que si tengo presente es tu rostro claro, tus labios tiernos y tu mirada extraviada en el horizonte. ¡Caray!, hasta recuerdo tu manera de masticar la comida. Recuerdo un día de finales de octubre, en un aburrido lugar de siempre. Recuerdo esto y otra cosa. Tu suéter rojo, tu bufanda a rayas café y tu jeans deslavado azul.
A cada instante llegan los flashazos a mi pupila distraída y cansada. Una gota de alegría se desliza finalmente por esta mejilla arrugada, y todo porque hoy frente a mi mesa se sentó una jovencita de pelo castaño, jeans azul, bufánda a rayas rojas y suéter café. Porque su perfil de reojo me pareció conocido y ya su masticar de frente me pareció tierno y familiar.
Pero quizá, la razón por la que hoy te recuerdo en aquella banca fría de mañana o en aquella mansión mojada o en tu casa desvelada, es el haberme olvidado ya de mi nombre, de mi vida y mi dirección. Todo lo que alguna vez fue mío lo he olvidado por esta tonta enfermedad. Olvidado todo lo mío queda solo lo que nunca fue, como tu suéter rojo, tu bufanda a rayas café, tu disfraz de vampiresa, tu abrazo frío, tu mirada tierna, tu postre desdeñado y esa banca fría donde por primera vez te vi y me llamaste por ese nombre que no he de pronunciar ya más...
I like it! :)
ResponderEliminar