lunes, 21 de febrero de 2011

Garabatos de ukelele.

Hay días,
a veces horas,
a veces meses,
A veces años.
Más pasa el tiempo y menos logro,
pero hay  tiempo que  fluye, que gira, que va
que viene,       y algunos grupos de         tiempo,
momentos,       cortos, o largos, hay           veces,
simplemente veces.
Hay veces que tengo una cosa,
o varias, o tantas que no digo que son
palabras o ideas, o sentimientos. Hay veces que
las letras se me atascan en la lengua como trabas de
una puerta, como piedras de un riñón.
Tan solo a veces.
Cuando siento vida,
cuando huelo muerte,
cuando veo luz.
Cuando la miro,
le escapo,
la busco
la odio.
Hay veces.


Hay sucesos, momentos, tiempos.
Hay ocasiones en que quisiera componer
canciones,
versos,
estrofas,
sonetos binumerados,
frases célebres.
Tantas cosas que me valen escribir una canción.
Tan valiosas que una palabra no es bastante,
ni dos,
ni tres,
Ni las 140 letras de un twitter,
ni las 12 silabas de un alexandrin.


Pero  persiste  un tapiz, una  condición  inicial,  una  señal  portadora, un lienzo
Las ganas  de a  diario  de  hacer algo que  dure, que  viva, que  se  expanda
Una palabra tras otra en la combinación exacta, en la distribución perfecta
la posición idónea para entrar en tu mente, en tu oído, en tu boca,
para saltar de esta palma estriada, húmeda, muerta
Esta rama del abeto de mis mañanas frías
la mirilla de mi puerta abierta
la ventana de mi mazmorra
la chimenea de mi pórtico
el acorde de mi silencio
la pata de mi repisa
la que no está.
la que no ríe
la que va
la bella

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